Campus Party en Valencia

El jueves, 26 de julio, días antes del inicio de mis vacaciones, viajé a Valencia para visitar el Campus Party.
El día antes tardé dos horas en obtener el billete de tren. Temía que el Euromed no llegara a tiempo, pero el viaje tanto de ida y vuelta, fue correcto, lo impresionante es ver como se puede mantener el servicio ferroviario junto a unas obras espectaculares del AVE. No me extraña que las interrupciones del servicio sean constantes. En Catalunya falta inversión y buenos políticos que las consigan.
LLegué a Valencia, siempre me sorprende su luz, la misma que Sorolla refleja en su pintura. El cielo brilla más y la luz es intensa, la calor también. Un taxista me deja frente a la puerta de las oficinas de la Feria de Valencia y aprovecho para entrevistarme con su directora comercial. Hacia las 11 ya estaba en el mostrador de acreditaciones. Viene una periodista y me acompaña en mi visita al «Campus party«.
Me sorprende ver en dos pabellones feriales miles de tiendas de campaña, perfectamente alienadas, en un ambiente que invita al descanso, nada de ruido y todo limpio. Este año con el cartel de completo se han reunindo 5.000 personas y 7.000 ordenadores. En otros dos pabellones los famosos «campuseros» y sus ordenadores conectados a 5 megas, gracias a una Telefónica que patrocina este evento y que tarda en aumentar la velocidad de su ADSL.
Esta es la 11ª edición de un evento que inició Paco en su pueblo, hablé con él, director del evento y socio de Al Gore, en la cafetería y le felicité. Sé muy bien lo que supone un organizar un evento (en mi vida profesional he organizado más de 300 de todo tipo) y cuando veo las cosas bien hechas, la satisfacción de los usuarios y una clara voluntad de impulsar (de verdad y en serio) la Sociedad de la Información (por cierto que no había nadie del Ministerio ni de Red.es) me alegra y supone para mí un estímulo. Así se lo dije al equipo directivo. Puede hablar con los patrocinadores, con participantes, y ver novedades tan impresionantes como el pincel que capta una imagen y la difumina en una pantalla, el famoso ordenador de 100 dólares de Negroponte y muchas cosas más.
Regresé satisfecho a Barcelona, después de visitar a una empresa cliente, y de tomarme un par de horchatas en la puerta de la estación (les recomiendo ese puesto) todavía brillaba el sol y la luz de Valencia es cada vez más profunda, más intensa y transmite la fuerza que esta querida tierra de más de 2.500 años (según el taxista que me llevó a la estación) que crece espectacularmente, en buena parte gracias a sus políticos y a la ambición de su gente.

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