Nunca podré olvidar lo que vi en IFEMA el 11 y el 12 de marzo de 2004. Organizamos allí la 3ª edición de EXPOELEARNING.Fue el único evento que se suspendió con motivo del brutal atentado. Mi homenaje para las víctimas, sus familias y para todos los que lloramos aquel día.
Cuando salí de mi Hotel en Madrid la televisión informaba sobre un atentado. Me costó llegar a Ifema. Caras largas, nerviosismo entre mi equipo y los asistentes. Muchas ausencias y el móvil sin parar de sonar. «¿Qué hacemos: normalidad o suspendemos Expoelearning?»Una expositora se va, ha llamado a su empresa (la mayor compañia telefónica del mundo) y le dicen que no han llegado dos compañeros. Otro expositor salmantino me dice que no tiene cuerpo para seguir vendiendo. Y un periodista catalán me dice que lo suspenda todo. A las 13h: cinco minutos de silencio, mirando los grandes ventanales. Los primeros coches fúnebres empiezan a llegar. Hablo con la directora y le digo que voy a dar libertad a todo el mundo para que hagan lo que quieran: quedarse o irse. Ha venido gente de toda España y del extranjero, otros se han quedado atrapados en los trenes, atascos. Conforme pasa el día nos vamos dando cuenta de la magnitud de la tragedia. Por la tarde logro bajar y me quedo blanco, impresionado por lo que veo. Nunca he visto tanto dolor junto, tanta solidaridad. Descubro a un ser humano desconocido que sabe ayudar sin límites a sus semejantes: médicos, sicólogos, sacerdotes… Un colega que trabaja en una fábrida de automóviles, me pregunta si tengo familiares en la sala improvisada, le digo que no, que estoy trabajando y le pregunto qué hace allí: «estoy buscando a mi cuñada«. Tengo en mis manos una lista con los nombres de los muertos y su nombre sale allí. Llantos, dolor inmenso. En un rincón un grupo de ecuatorianos espera. Ifema deja de ser una feria para convertirse en el mayor tanatorio del mundo. La feria de la sinrazón, del dolor y a la vez la feria de la solidaridad y de la esperanza en el ser humano. Lo que yo vi y viví el 11M y el 12M en Ifema no se me olvidará nunca. Mi equipo roto, llora, enmudece, recogemos y doy la orden de que se suspende todo. Al día siguiente, 12M regresé en mi coche a Barcelona con tres compañeros. No hablamos en todo el camino. Y rompí a llorar cuando llegue a mi casa, abracé a mi mujer y a mis hijos. Nunca he llorado tan amargamente. Vi las imágenes por televisión. Y pensé que es y sigue siendo necesario el e-learning, la educación sin fin, para que ningún ser humano ponga unas malditas bombas en unos trenes. Mi recuerdo emocionado para los muertos, para sus familias rotas por tanto dolor y para los miles de personas que se entregaron para ayudar, a las casacas rojas de Ifema, para todos: mi recuerdo emocionado.
Y seguiré trabajando para impulsar el e-learning, la educación, la formación, el diálogo y el entendimiento entre los hombres de buena voluntad. Descansen en paz. In memoriam 11M.