No deja de ser un lujo exclusivo o un gran privilegio intelectual poder compartir con usted, querido amigo/a lector, esta cartas que me desde hace más de un año me envía el profesor Dr. Don Javier Fernández Aguado, que sin duda es uno de nuestros mejores pensadores y expertos en management.
Madrid, 30 de enero de 2012
Caro José,
Comparto tu preocupación, por esos cientos de miles de personas que sufren hoy en día por haber perdido el trabajo. Me asombra profundamente que en fechas muy recientes, quienes han contribuido con tanta perversa eficacia a la situación en la que nos encontremos se vayan de jarana, y cenen y canten como si esto no fuera con ellos. Y que quienes han participado activamente en este descalabro se atrevan a presentarse como los salvadores de la patria, empezando por su propio partido, me produce un sentimiento que –si no fuera por lo tragicómico de sus palabras- oscilaría entre la hilaridad y el hastío.
De todas formas, considero que la solución no llegará por esa vía, sino por la de la bravura de cada uno de nosotros. Luis Poblador Cumplido, el directivo que recibirá el premio que creasteis con mi nombre en AEFOL es un claro ejemplo de cómo una persona puede sacar adelante un proyecto, con esfuerzo, con sudor, y con la ilusión no solo de ganar dinero, sino sobre todo de servir a sus clientes internos y externos.
Tras la elección de los altos directivos de grandísimas compañías en años pasados –Isidro Fainé y Alfredo Ruiz-Plaza– la elección del director general de un Pyme me ha parecido particularmente acertada.
El 23 de febrero, Dios mediante, nos reuniremos en el pabellón 2 de Ifema, en Madrid, un buen número de profesionales, tanto españoles como de otros países para homenajear a ese directivo que día a día se esfuerza por llevar adelante un buen proyecto. Con miles de profesionales así la crisis duraría muy poco.
Quizá deberíamos sustituir el concepto de sociedad del bienestar por la de la sociedad del servicio a los demás. De ese modo, no esperaríamos que otros nos resolviesen los problemas, sino que nos remangaríamos a diario para tratar de resolver los propios y ayudar a hacer lo mismo con los suyos.
Nunca llovió que no escampó, me gusta repetir. Escampará, pero sólo quienes hayan bregado a fondo en estos años, sin perder la ilusión podrán afirmar con sano orgullo que han aprendido la lección que la crisis nos está proporcionando.
Sigue con salud
Javier Fernández Aguado