La globalización de la indiferencia

Carta XVII al profesor Dr. Javier Fernández Aguado, que entregó el 6 de marzo el premio que lleva su nombre en EXPOELEARNING.
Caro Javier,
Fue un placer, como siempre, compartir contigo el viernes, 5 de marzo, unos buenos momentos en EXPOELEARNING, la entrega de tu premio, en su sexta edición, es una magnífica oportunidad de escuchar tus siempre acertadas reflexiones sobre la actualidad empresarial. Conocer que pronto saldrá un nuevo libro tuyo o que estás trabajando en importantes proyectos, son signo de tu vitalidad intelectual, como pocas se conocen en los ponentes que tenemos desde hace catorce años en nuestro Congreso Internacional.
“Son necesarios filósofos en nuestra sociedad y gente que piense en la empresa” es tan verdad como contemplar atónitos que poco de nuevo aportan algunos expertos o lo mucho que copian otros. Hemos de reinventarnos e innovar siempre para seguir vivos en el trepidante mundo de la empresa.
Quería comentar contigo la frase: “La Globalización de la indiferencia”, del Papa Francisco, que celebra hoy su segundo aniversario en la Cátedra de San Pedro. Llevo días meditando su carta en esta Cuaresma y me gusta su decidida apuesta por una Iglesia pobre y para los pobres.
Abrir una peluquería con duchas para los “sin techo” en la columnata de la Plaza de San Pedro, es quizá un mensaje más ejemplarizante que muchos discursos. La gente aprende de lo que ve y da más crédito a los hechos que a las palabras vacías de referentes personales.
Ciertamente la indiferencia comienza cuando no saludas a las personas que te encuentras en un ascensor, o cuando no respondes un email, o cuando no felicitas a nadie o cuando te encierras en tu pequeño mundo buscando solo tu propia satisfacción. No podemos ser indiferentes a nada ni a nadie. Y cuando te crees el centro del universo, estás más solo que la una, cuando te crees que lo sabes todo y no dependes de nadie, eres el ser más triste y mísero de la tierra. La indiferencia es tu propia tumba y cuando la haces global, eres responsable del dolor y abandono de tanta gente.
El Papa clama contra la indiferencia y su globalización. El lo sabe bien, tiene una visión privilegiada del mundo desde hace dos años, que comenzó mucho antes en la diócesis de Buenos Aires, donde predicó y vivió lo que ahora enseña desde un humilde apartamento del Vaticano, allí donde las estancias papales ahora vacías nos envían otro gran mensaje para que busquemos la verdad, el bien y la belleza.

Sigue con salud,
© José Lozano Galera
Sant Cugat, 14 de marzo de 2015

 

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