¡Creo en las personas y cada vez menos en las organizaciones!

Publico la carta respuesta del profesor Dr. Javier Fernández Aguado, en esta sección de mi Blog, quizá la más original de la Blogosfera, donde hemos querido recuperar el antiguo género epistolar, adaptado ahora a Internet.

Caro José,

Muchas gracias por tu cariñosa felicitación. En un entorno cultural en el que la envidia ha echado raíces resulta alentador la presencia de personas como tú que te alegras por el bien ajeno. Porque eres un luchador, porque eres buena gente y porque Isabel te acompaña desde hace años y te sirve de apoyo en ambos objetivos se explica mejor tu modo de ser y de actuar.

Proyectos como la UOC, y más aún AEFOL, son la demostración práctica de que un grupo de personas con deseo de convertirse en equipo pueden lograr, a pesar de los obstáculos, estupendos resultados. No sin roces externos e internos, pero eso al pasar de los años quedan en la historia y las heridas van cicatrizando.

Conozco muchas personas que hacen cosas malas y más aun que hacen cosas buenas. Sin embargo, me cuesta encontrar una persona mala o una persona buena. Es más, quienes se atribuyen esta última condición por profesar en movimientos ideológicos de diversa orientación me generan desconfianza, porque los vericuetos de la imaginación de un jactancioso del bien son tan peligrosos como los de un experto del mal. Tal vez por lo mucho que ya he rodado, parafraseando al maestro Atahualpa, ¡creo en las personas y cada vez menos en las organizaciones!

Hannah Arendt explicó con brillantez que el único modo de vivir con paz en el presente es perdonar y sintiéndose perdonado. ¡Y ella pertenecía sociológicamente a ese grupo en el que la ley del ojo por ojo y diente por diente sigue teniendo vigencia! Quizá por eso tiene más relevancia lo que escribió.

El actual Papa es un signo de contradicción, como lo fueron sus antecesores. Clama por un retorno a los orígenes que hace chirriar a los acomodados. He escuchado a gente muy de Iglesia llamarle peronista, exaltado, e improperios peores. En mi opinión, está aportando un aspecto –el del retorno a los orígenes- que debería hacer pensar a muchos que se han atrincherado en instituciones con actitudes maniqueístas que resultan grotescas. Y que no admiten un solo asalto intelectual objetivo.

En estos tiempos de incertidumbre que nos toca vivir es conveniente no perder el norte y aplicar un refrán del que tuve noticia en África: “si quieres que tu surco sea recto, ata tu arado a una estrella”.

Así procuro hacerlo cada día. Gracias a Dios, estoy rodeado de personas que son faros que iluminan mis decisiones. Empezando por Marta, mi esposa, o José Aguilar, mi socio. Y tantos otros –tú entre ellos- vivos o difuntos –de forma destacada mi padre, fallecido hace casi veinte años- que me facilitan la toma decisiones.

El estudio diario sigue siendo elemento esencial de mi día. No me enfrentaría con paz a impartir una conferencia o dirigir un seminario para directivos, si no procurase cada jornada incrementar un poco más mi conocimiento.

Sigue con salud, amigo José,

(c) Javier Fernández Aguado

Madrid, 14 de abril de 2015

 

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