Caro Javier,
He solucionado un tonto problema técnico en mi Blog para volver a escribir. Me he dado cuenta que mi última carta te fue enviada por este medio el 3 de febrero de 2013 (y fue sobre la corrupción que nos siguen inundando) Y aunque el tiempo no resta un ápice el cariño y amistad que te profeso, si me da algo de vergüenza no haberte escrito antes, aunque sabes bien que el contacto nunca se perdió.
Estos días estoy releyendo uno de los libros que considero mejores de la literatura universal: “Memorias de Adriano” un prodigio irrepetible escrito por la gran escritora Marguerite Yourcenar que supo entender como nadie al culto Emperador de origen español, que tú bien conoces y has citado en tus artículos.
Ayer vi tu último libro en una librería de Barcelona y admiro tu atrevimiento de hablar del III Reich y de Hitler, con el Muro derribado, celebramos el 25 aniversario de su acertado derribo, pienso que todavía siguen habiendo muchos muros en Europa y en todo el mundo. Muros que nacen en el corazón de los hombres que no saben amar o que se sienten como dioses, dueños del bien y del mal, ignorantes ante todo lo que no sea dinero o más lujo en sus vidas. Lo he podido comprobar de modo insospechado en mi último viaje de la semana pasada a Chile, país que tú conoces bien.
Hemos organizado la 20 edición de EXPOELEARNING en Vitacura, la mejor zona de Santiago de Chile, en el Hotel Intercontinental, en ese barrio el lujo es mayor que en el Barrio de Salamanca de Madrid o Pedralbes en Barcelona. He visto automóviles que no he visto nunca en España, he visitado el mayor Centro comercial de América Latina, al pie de un rascacielos enorme y por cierto muy bonito. Chile nos ha superado en lujo exterior, pero hablando con muchos chilenos, como sabes que a mí me gusta, he comprobado que la desigualdad persiste en temas tan básicos como la sanidad y la educación, que están muy lejos de nuestro sistema gracias al llamado estado del bienestar que vive sus peores momentos en estos años de persistente crisis económica, social y moral.
Esos son los muros que me gustaría derribar: la desigualdad, la enorme diferencia que existe entre una sociedad opulenta y una pobre, entre algunos que pueden comprar sus caprichos en las tiendas más lujosas y caras y otros que rebuscan en la basura para poder comer.
Se derribó el Muro de Berlín, pero ¿cuándo podremos derribar los fríos muros del corazón de los hombres y mujeres de nuestro tiempo?
Me despido con esta conocida frase: «cuando los dioses ya no existían y Cristo no había aparecido aún, hubo un momento único, desde Cicerón a Marco Aurelio, en que solo estuvo el hombre» Eso es lo que necesitamos más que nunca ser hombres y mujeres de bien, y para los que quieran, ahora con la luz de Cristo cuyo Nacimiento celebraremos el próximo mes.
Sigue con salud,
José
© José Lozano Galera, en Sant Cugat, 15 de noviembre de 2014