El Alma de las organizaciones

Carta de respuesta del profesor Dr. Javier Fernández Aguado, en esta singular correspondencia sobre temas diversos de actualidad que mantenemos desde hace meses.

Caro José,
El retorno a los orígenes es fundamental para acertar en la superación de los obstáculos a los que hoy en día nos enfrentamos. El gran problema de Europa es que carece de alma. Han pretendido crear la Europa de los mercaderes, y el resultado es lo que hoy en día estamos padeciendo.

El Alma de las organizaciones, concepto que, como bien sabes, diseñé hace algunos años y sobre el que vengo trabajando, no es algo baladí. Una organización sin alma puede durar en el tiempo, pero no dejará de ser un muerto viviente. La gran diferencia entre el ser humano y una organización es que el primero, al quedar sin alma, se convierte inmediatamente en cadáver. Una organización puede seguir pareciendo viva pero no es sino un zombi: una vez que pierde el alma sólo hará daño a quienes se acerquen, independientemente del servicio o producto que ofrezca.

Dentro de poco se publicará un ensayo breve en el que pongo en paralelo el hundimiento de Imperio Antiguo y el Imperio Nuevo del Egipto faraónico con lo que hoy en día está sucediendo. Es sorprendente el empeño que muchos tienen en repetir los mismos errores del pasado.

El curso que comienza es tan apasionante como retador. Ojalá seamos capaces, cada uno desde nuestro puesto, de ofrecer soluciones eficaces. Nunca lo son las de los voceros que claman con generalidades.

En estos días me resulta patético contemplar a sindicalistas y a determinados dirigentes de partidos políticos que, en vez de avergonzarse de su propia historia y procurar redimirse, proclaman los mismos errores que condujeron a millones de personas a los peores cárceles que la historia ha conocido. La incomprensible superioridad moral de la izquierda es además irracional. Y lo afirmo sin ser yo de derechas. Es más, ese esquema me resulta tan caduco como dañino.

Con un poco más de sentido común, de espíritu de servicio y de afán de mejorar cada día cada uno, se estaría en condiciones –tras el oportuno estudio- de diseñar estrategias globales oportunas. ¿Cómo va a dirigir con acierto una organización quien ni sabe dirigirse a sí mismo, ni a su entorno más inmediato?

La crisis actual -¡tan aparecida a otras precedentes!- reclama trabajo, constancia, sentido común y también al aceptación de las limitaciones que el ser humano tiene y que demasiadas veces no acepta asumir. Quienes más daño provocan son quienes creen contar con todas las soluciones. Y si esas soluciones consisten en que otros trabajen más… tenemos entonces la definición perfecta de lo que los actuales sindicatos son en la actualidad.

Un fuerte abrazo,

(c)Javier Fernández Aguado
Madrid, 6 de setiembre de 2011

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