Respuesta XXVI del Dr. Javier Fernández Aguado

Caro amigo José: 

echaba en falta esta correspondencia iniciada hace años. 

Como bien señalas, vivimos tiempos complejos, también por la acumulación de nefastos directivos tanto a nivel político como religioso. Hay que remontarse siglos para atropar una caterva de responsables tan nefasta como la que en la actualidad padecemos en esos ámbitos. 

También es cierto que existen innumerables personas que, a pesar de todo, siguen cumpliendo con delicado acierto sus funciones. Conozco en directo a muchos más de estos últimos, porque son ellos quienes acuden a mí para seguir formándose, desarrollándose y retándose al servicio de sus organizaciones. 

Los malos hacen más ruido que quienes se comportan con honradez. 

En algunas posiciones, hay que remontarse hasta el primer cuarto del siglo XVI para detectar individuos que alcanzaron puestos de relevancia con tal carencia de preparación técnica y ética. Con todo, al igual que en aquellos tiempos aparecieron quienes supieron sacar de la hondonada a instituciones que habían sido embarradas, lucirá de nuevo el sol. Ojalá sea pronto, porque en la actualidad muchos desfallecen con explicable desánimo. No es para menos, al contemplar a diario invertebrados morales al timón de grandes instituciones. También se les puede denominar vertebrados amorales. 

El tema específico que planteas es delicado. Como bien sabes, gobernar no es mera ciencia ni un arte simple. El management es una ciencia artística que reclama profunda preparación intelectual, a la vez que una delicada conciencia para empatizar con los implicados y brindar soluciones que sean justas. 

Entre los criterios que pueden aplicarse se encuentra el de hablar de los demás como nos gustaría que tratasen de nosotros en el caso de ser nosotros los afectados. Por otro lado, la verdad absoluta es imposible en esta tierra. Puedo mencionarte como ejemplo una misiva recibida recientemente por un amigo en la que el máximo responsable de una organización multinacional le pedía disculpas a quien fue largamente vilipendiado y perseguido por esa institución. 

En pocos años, la perspectiva ha cambiado y aquel que fue ultrajado es ahora puesto de ejemplo de rectitud y coherencia. 

Entre los innumerables ejemplos que podría proponerte, se incluyen dos papas a los que dedicado mucha atención: Bonifacio VIII y Urbano VI. A los interesados les remito a lo que sobre ellos escribí en “2000 años liderando equipos” (Kolima, 2020). Salvo casos de urgente necesidad, es mejor callar y que el tiempo posicione a cada uno en su lugar. Además, quienes atesoramos el maravilloso intangible de la fe, creemos en una justicia divina que va más allá de las coordenadas espacio temporales. 

¡Cuántas veces considero en lo maravilloso que es que nuestro recorrido en esta tierra tenga fecha de caducidad! 

Espero que estas reflexiones formuladas a vuelapluma no incrementen tus perplejidades, sino que te proporcionen algunas pistas para distanciarse de lo inmediato. 

Solo alborea la luz cuando nos alejamos de esos grandes embaucadores que son la envidia, la codicia y sobre todo la jactancia. Quod Deus vult perdere, dementat prius! De todas esas miserias nos deja constancia diaria el telediario. ¡Cuánto emperador desnudo y desnortado tenemos que soportar, aunque en vez de moverse en carroza o a caballo lo haga en jet privado a cuenta del erario público! 

Nosotros, a lo nuestro. A saber: seguir trabajando con constancia, ayudando a quienes esté en nuestra mano y no dañando voluntariamente a nadie. 

Sigue con salud, 

Javier Fernández Aguado

Madrid, 25 de octubre de 2023