Segunda parte y última, del relato del viaje a los Estados Unidos con motivo de la celebración de los 25 años de matrimonio con Isabel Fuentes Ardila.
El 24 de junio nos acompañaron al pueblo de Flastagh donde tomamos un autocar hacia Las Vegas.
Nos gusta mucho viajar con la gente y en ese autocar de línea viajaban una madre y su hijo, entre otros emigrantes que llaman ilegales?, que se dirigía a Utah. Llevaban 23 días de viaje desde su Guatemala natal. Nos abrazamos al terminar el viaje y le deseamos mucha suerte. Esta señora había dejado en su pueblo a sus otras hijas y nietos. Estaba decidida a empezar una nueva vida. Cuando conoces de primera mano a estas personas, las noticias de la tele se quedan pequeñas y mucho más el muro que quiere levantar Trump. No hay muros que puedan frenar la libertad humana, el ansia de progresar, de tener una vida mejor. Los gobiernos de todo el mundo deberían ayudar a las personas y no poner muros, es imposible poner puertas al campo, ni aniquilar la libertad, el mejor don que nos ha dado Dios.
¿Qué derecho tiene una persona a impedir que otra luche por vivir mejor? Se me quedó grabada la mirada de esa madre y la tímida mirada de su hijo de 14 años, buen estudiante, que no sabían hablar casi nada de inglés, estaban sentados detrás nuestro, no se bajaron del autocar, y solo comieron una pequeña hamburguesa que les regaló Isabel, además de toda la fruta que compramos en un gran supermercado de la ciudad de partida. Espero que llegaran bien a Utah y que tengan la oportunidad, como tantos otros millones de emigrantes en los Estados Unidos de sacar su vida adelante. ¡Suerte!
Viajar no es solo conocer lugares, también personas, por eso me encanta hablar con todo el mundo. Le pregunto cosas a los camareros, saludo siempre a la gente con la que me cruzo en el ascensor, busco conocer a las personas, además de los bonitos lugares que hay en cada ciudad.
Estados Unidos es un inmenso país que respira libertad y democracia, pero que tiene contradicciones, fugas de solidaridad y un cierto egoísmo, mayor quizá que el tenemos en Europa. No entiendo como en el centro de San Francisco y Los Ángeles está lleno de homeless, esas personas desheredadas de la vida, seguramente con problemas con el alcohol y las drogas que duermen tumbadas en cualquier acera. Me impresionó ver a un viejo hombre, sentado en una silla de ruedas, en el cruce de una céntrica calle de San Francisco o una larga cola de personas esperando su turno para comer en un iglesia, o un hombre durmiendo en un banco de una iglesia católica abierta para dar cobijo a esto seres humanos a los que la vida no ha tratado bien. Me cuentan que por el buen tiempo, el resto de Estados envían a San Francisco sus homeless y que pagan al Ayuntamiento para que los cuiden, pues no se nota ese cuidado.
Cuando viajas, haces turismo, quieres pasarlo bien, no nos gusta ver gente que sufre, pide limosna, en un país rico que tiene todos los medios para cuidar de sus ciudadanos.
Me dice un cubano en mi Facebook que me los lleve a España. Y le respondo que en España tenemos también pobres, pero no en la misma cantidad de los que he visto en sus calles. También los hay en el centro de Madrid y Barcelona, pero nunca podré ser ignorante de la pobreza y el dolor ajeno. Esa es la contradicción de esta sociedad rica que se gasta millones de dólares en una noche de juego en Las Vegas y que sigue indiferente a los miles de personas que viven en las calles de San Francisco o en cualquier otra ciudad de cualquier país del mundo.
Bueno, ya estamos en Las Vegas, nos alojamos seguramente en el mejor hotel que nunca antes hemos estado, es el Hotel Trump, sí propiedad del controvertido millonario candidato republicano. No es un personaje que me guste, pero he de reconocer que su Hotel es excelente, tanto por la amplitud de la habitación, casi 100m2, como por el excelente servicio ofrecido por todo su personal. Sin duda un 10 para el Hotel Trump de Las Vegas, con una piscina con el agua tan caliente que era imposible refrescarse, casi mejor el jacuzzi de la habitación.
La primera noche recorrimos una pequeña parte en uno de los muchos Hoteles de la avenida principal. Realmente todo es grande, enorme, espectacular, nunca había visto nada igual, ni creo que exista en el mundo una ciudad tan exagerada en todo, como Las Vegas, donde millones de personas juegan, ganan o pierden su dinero, con una facilidad pasmosa. Cuando entras en uno de esos Hoteles lo primero que encuentras es un casino, al fondo está la recepción. No necesitas salir del Hotel para jugar, puedes pasar días enteros apostando a todo tipo de juegos, con la ilusión de hacerte millonario. De vez en cuando se oye un grito, tipo ¡Yeaah! Quiere decir que alguien ha ganado tirando los dados, con las cartas o en la ruleta. Miles de máquinas con todo tipo de juegos, incluso en la misma barra del bar hay artilugios para jugar, en todos los lugares, menos en el lavabo (de momento).
Al día siguiente, 25 de junio a las 5p celebramos los 25, del modo más divertido: Isabel se disfrazó de Marylin y yo de Elvis Presley. Nuestros hijos nos regalaron el viaje en limosuine, fuimos del hotel a una especie de capilla, donde un supuesto pastor que hablaba un español afrancesado y un cantante a lo Elvis, nos estaban esperando. La dueña del negocio puede tener cerca de 80 años, hay que ver el partido que le saca a esto de las bodas express. Lo retrasmitieron por Internet a las 2am de España. Le pusimos todo el frikismo del mundo y nos reímos como nunca. Fue un modo muy divertido de celebrarlo. La ceremonia no duró en total más de media hora, ya estaban esperando otros que iban más en serio que nosotros. Al regresar al hotel decidimos no quitarnos los disfraces e ir a cenar y pasear, así vestidos, por la ciudad. Fue una de las noches más divertidas de nuestras vidas. Nos hicimos más de 150 fotos con todo tipo de personas que incluso nos dieron propina, descubrimos un nuevo modo de ganarnos la vida…
La propina en Estados Unidos, es algo casi sagrado, la debes dar a los taxistas, camareros, a todos los que te prestan un servicio que al cabo del día son muchos, te guste o no el servicio que te han dado, al final del viaje hemos dado más de 600 euros en propinas que en España es un salario mínimo mensual. Tenerlo en cuenta en vuestros presupuestos.
De Las Vegas viajamos a San Francisco, sin duda la ciudad que más nos ha gustado. No me lo esperaba, estuvimos muy a gusto en esa ciudad que tiene el puente más famoso y fotografiado del mundo. Nos alojamos en un hotel muy céntrico, el Vinci, cuyo ascensor tiene una placa recordando que hace más de cien años que funciona. La primera noche, después de degustar el famoso bistec TAD, fuimos por casualidad al típico bar americano para tomar una cerveza. Un camarero despistado nos tiró una salsa encima de la ropa, lo que supuso que nos invitaran a todas las copas. La gerente del bar no quería, pero le dije que no estaba dispuesto a pagar las consumiciones después de ver nuestras ropas manchadas de salsa. Lo aceptó. El camarero mexicano, como tantos otros que encontramos en muchos bares, no le gustó porque perdía la propina. Al salir, fuimos a otro que vimos de camino al Hotel, en el centro de la ciudad, donde nos invitaron a cervezas unos jóvenes que estaban jugando a un juego muy divertido. La chica de 24 años, maestra de Matemáticas, venía de Australia y su marido era entrenador de rugby. Recorrimos toda la ciudad en el bus turístico, es algo muy socorrido y fácil para ver mucho en poco tiempo. Unos conocidos mexicanos que conocimos en Las Vegas, haciendo cola en uno de los miles de Starsbucks que te encuentras por todas partes, nos vinieron a buscar al Hotel para enseñarnos otra parte de la ciudad: Castro, el puente desde otra montaña y llevarnos a cenar a un restaurante mexicano.
La última etapa del viaje fue Los Ángeles, una enorme ciudad, donde nos alojamos en el peor hotel de la ruta. Cansados, tomamos un pequeño micro-bus, con un guía iraní que no hablaba nada de español. Vimos Santa Mónica, Hollywood…la última noche la camarera, hija de españoles, no quiso cobrar propina de la cena, y eso que era la más generosa de todo el viaje.
El regreso fue vía Washington-Dulles, aunque pensamos que debíamos volar a Dallas. Llegamos a Barcelona el domingo, 3 de julio, a las 8am, nos vino a recoger Ricardo. Dimos el relevo a nuestros dos hijos que el día 5 de julio iniciaron un viaje por la India y otros países del sudeste asiático, sin duda, han heredado los genes viajeros de su madre.
Viaje del 25 aniversario del 12 de junio al 3 de julio de 2016:
Barcelona-Madrid-Toronto-Orlando-Tampa-Sant Pete-Phoneix-Sidona-Gran Cañón-Las Vegas-San Francisco-Los Angeles-Washington-Barcelona.
© José Lozano Galera, Sant Cugat, 6 de julio de 2016