Triste y sorprendente noticia. Me llama un buen amigo de la UOC en esta soleada mañana de domingo para comunicarme que Josep Riera falleció ayer en Manresa cuando paseaba con su bicleta.
Conocí a este manresano de pro el año 1995. Fue en uno de mis primeros viajes como Jefe del Área de Servicios Universitarios de la recién nacida UOC. Él era gerente del Consell Comarcal del Bages. Un tipo jovial, simpático, con el que fue fácil entenderse para organizar la segunda Trobada presencial de la historia de la UOC (la primera fue en Mataró). A los pocos meses entró a trabajar en la UOC creo que fue en 1996 y en un par de años ya era Jefe del Área de Servicios Universitarios y yo jefe (Cap) del Centre de Suport de la UOC en Barcelona. Fueron años de crecimiento, de expansión. Me vienen ahora a la memoria tantas reuniones, aquella «tacanda» en un «Monasterio-casa rural» de su querida Manresa. La preocupación por la gente. Le solía mandar recortes de prensa con noticias del territorio. Destacaba en él su sentido común, el seny català, fruto de su larga experiencia laboral, de su joven matrimonio, de sus hijos mayores y de conocer a tantas personas en el mundo de la política. Su saber estar y lidiar con múltiples situaciones le llevó a mantenerse con los dos equipos rectorales, aunque dejó de ser Jefe de Área para ocuparse de relaciones con las empresas. La última vez que le vi fue hace un año, estaba comiendo en un restaurante cerca del edificio de la UOC en el Poble Nou, cerca de la Torre Agbar. Nos saludamos como siempre, como cuando vino al Expoelearning del 2008. Nos respetamos como profesionales, quizá no tuvimos tiempo para ser buenos amigos, pero sí notábamos tanto él como yo que nos repetamos mucho siempre, porque sabíamos que el cargo y la responsabilidad que tuvimos no era nada fácil. Gobernar exige templanza, serenidad y acierto. Josep Riera fue un maestro en eso. Yo tengo más ideas y soy más impulsivo, más rompedor, por eso trabajamos muy bien juntos y ahora dejo constancia de estos recuerdos. Descanse en paz, el maestro, el buen jefe, la gran persona que siempre deja huella en los demás. Falleció el sábado, 25 de setiembre, el día de la Virgen, el tenía devoción a la advocación de Montserrat y estoy convencido que ahora la estará admirando y nos seguirá ayudando a todos. Una gran abraçada, Josep.