Al inicio de nuestras vacaciones, quiero compartir contigo amigo lector, uno de los poemas más conocido y famoso de la literatura universal. Lo escribió hace más de 2.000 años el poeta romano Horacio y sigue estando de actualidad, dice así:
Beatus ille qui procul negotiis,
ut prisca gens mortalium
paterna rura bobus exercet suis,
solutus omni fenore,
neque excitatur classico meles truci
neque horret iratum mare,
forumque vitat et superba civium
potentiorum limina.
Y traducido al español nos transmite:
«Dichoso aquél que lejos de los negocios, como la antigua raza de los hombres, dedica su tiempo a trabajar los campos paternos con los bueyes, libre de toda deuda, y no se despierta como los soldados con el toque de diana amenazador, ni tiene miedo a los ataques del mar, que evita el foro y los soberbios palacios de los ciudadanos poderosos»
El famoso «Beatus ille» que sirvió de inspiración a poetas tan reconocidos como Fray Luis de León, enmarca hoy mi reflexión para compartirla con todos ustedes (estén o no de vacaciones) porque hacer vacaciones significa cambiar de actividad: hacer de otro modo lo que hacemos habitualmente que es prácticamente lo mismo: vivir y aprender.
Se aprende mucho mejor en un marco de tranquilidad para el espíritu y eso nos parece siempre más accesible en vacaciones, aunque no siempre suele ser así por múltiples razones. Al menos vale la pena intentarlo y por supuesto proponerse leer esos libros pendientes, mejorar ese idioma que se resiste, hacer como una ITV a nuestro espíritu o modo de trabajar, compartir los mejores momentos con nuestra familia y amigos, buscar ese sosiego y esa calma tan necesaria a nuestra alma.
Yo les deseo a todos ustedes que sepan descubrir, quizá de la mano de la sabiduría de los clásicos, el motivo último de su aprender, el ¿por qué hemos de aprender más y mejor cada día? si encuentran la respuesta les quedaré muy agradecido si la comparten con nosotros.
Muy feliz verano, nos seguimos viendo en setiembre, si no antes…un gran saludo para todos.